lunes, 6 de julio de 2009


EL INGLÉS
Hace 28 años se registró la llegada del inglés Michael (nacido en 1939), que proveniente de Portugal en un carro tirado por una mula con un perro punteado de nombre Spots. Se asentó entre el bar restaurante Balieiros y el mar Atlántico en una hondonada que va a parar a una pequeña playa. Por qué motivo Michael abandonó Inglaterra, permanece hasta hoy en la oscuridad (en la niebla inglesa). Aquí en Corrubedo se saben muchas historias de él y casi siempre el tema principal de ellas es que, unas veces más que otras, siempre andaba borracho.
En esta historia ( que él me contó personalmente) estaba un poco menos ebrio. El conductor del autobús de línea de Corrubedo a Ribeira había hecho un pequeño descanso en el Bar Stop y se tomaba relajado su café. Michael que también se encontraba en el bar y estaba tomando uno de sus primeros chupitos, se dirigió afuera, se subió al bus, lo puso en marcha y se marchó conduciendo. Uno de los clientes del bar gritó: “El inglés se largó con el bus“ Sigámosle. Pronto se puso en marcha la persecución y ya en el siguiente pueblo la persecución llegó a su fin. Después de una caótica pelea el conductor oficial del autobús retomó su herramienta de trabajo y se puso en marcha en dirección a Ribeira.
(Algunos de Corrubedo cuentan que Michael incluso recorrió más paradas incluyendo la recogida de algunos pasajeros. Esta versión es simpática pero no auténtica.) La realidad es que los perseguidores fueron conduciendo con su coche al lado de Michael hasta el siguiente bar, en donde se les narró toda la historia con pelos y señales y todo tipo de escenificación a los bebedores tempraneros. Si alguien tuviese más datos u otra versión acerca de este acontecimiento ( siempre que valga la pena contarla), por supuesto que la escribiría.
Michael, el inglés, aún tenía una buena vida en sus primeros tiempos ya que vivía de los ahorrillos de su tierra; incluso construyó una pequeña casa en la playa de A Ladeira, pero poco a poco su dinero se fue acabando. Cogió varios trabajos, entre ellos el de camarero en diferentes bares de Corrubedo, de peón de obra en diferentes obras y para constructores diferentes. Allí dejaban que el hombre de 2 metros de altura trabajase como un esclavo. De vez en cuando se escuchaban voces como: El inglés hace el trabajo de toda una cinta transportadora, más barato no se pueden mover las cargas (y todo aquello que se puede escuchar cuando hablan de esclavos).
La fuerte actividad de contrabando en esta zona tampoco pasó desapercibida por Michael y por su casa: utilizaban su casa (con o sin su conocimiento, lo desconozco) como almacén intermedio para la mercancía de contrabando. Un día la policía descubrió este hecho delictivo, se llevaron todas las cajas de tabaco y Michael fue detenido después de varios días de búsqueda. A continuación fue juzgado y después de haber cumplido condena fue puesto en libertad. Una historia parecida ocurrió años después. En aquel momento encontraron además de mercancía de contrabando una pistola!. Con Cristóbal he leído yo mismo la sentencia de este incidente y en los puntos decisivos ponía: 80 millones de pesetas de sanción y 3 años de cárcel que deberá cumplir desde el momento que vayan a recogerle. Michael ya tenía preparada una bolsa de viaje en el Bar de Cristo, pero nunca se llegó a cumplir la sentencia. Hasta hoy no hemos encontrado una explicación a ello pero sí más de una suposición.
Pasaron los años con los que Michael cada vez se ponía más enfermo del corazón, y le aparecían pequeñas úlceras. Además de eso y para más inri le diagnosticaron cáncer con un pronóstico bastante grave. En Santiago le extirparon con una sencilla intervención quirúrgica la pequeña úlcera, pero el resto le hacía sufrir tanto que cada vez tenía que pasar más y más tiempo en cama y necesitaba la ayuda de la asistenta social. Luego detectaron en el hospital que necesitaría ayuda para siempre y así se planificó su ingreso en una residencia para cuidados de mayores. Pero ya no llegó a ingresar, falleció antes.
Su última voluntad era que sus cenizas fueran esparcidas al mar que hay delante de su casa ( mejor dicho, solamente la mitad de ellas, la otra mitad quería que se esparcieran al mismo tiempo en Inglaterra).
Dicha mañana acudí a delante de la casa de Michael, donde ya se había juntado un buen grupo de personas. Sampedro, su última persona de confianza, tenía la urna en sus manos y después de unas palabras en su nombre del portador de la urna el coro de mujeres de la parroquia entonaron la canción de la iglesia “Pescador de Hombres” con una melodía melancólica. A continuación se esparcieron las cenizas al mar. ¡Adiós Michael!. ( Hasta este momento, a parte de su casa al lado del mar, no le unía nada más con el Atlántico, pero ahora sí: la mitad de sus cenizas).

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